MINIMAL
EL ARTE REDUCIDO A SU ESENCIA BOURSE DE COMMERCE – PINAULT COLLECTION, PARÍS
PLÁSTICA
Revista de Arte
11/10/20254 min read


En el corazón de París, la Bourse de Commerce Pinault Collection inaugura una de sus exposiciones más ambiciosas hasta la fecha: Minimal, una reflexión global sobre el arte que cambió radicalmente la manera en que el mundo percibió la relación entre objeto, espacio y espectador. Curada por Jessica Morgan, directora de la Dia Art Foundation, la muestra propone una lectura expansiva y descentralizada del minimalismo, reconociendo su pluralidad geográfica, sensorial y conceptual.
Más de un centenar de obras procedentes de la Colección Pinault y de préstamos de museos y colecciones internacionales trazan un recorrido que atraviesa más de seis décadas de experimentación, desde los primeros ensayos en Estados Unidos hasta sus reverberaciones en Asia, Europa, Sudamérica y Oriente Medio. Con un discurso claro pero no lineal, la exposición se estructura en siete secciones temáticas: Luz, Monocromo, Equilibrio, Superficie, Cuadrícula, Monocromo (sic) y Materialismo. Cada núcleo actúa como un ensayo visual sobre los fundamentos del arte mínimo: la economía de medios, la pureza formal, la interacción espacial y la disolución de la jerarquía entre obra y espectador.
El minimalismo emergió en la década de 1960 como una reacción contra la expresividad del expresionismo abstracto y la saturación visual de la cultura moderna. Frente al gesto subjetivo, los artistas minimalistas apostaron por lo esencial: formas simples, materiales industriales, repetición y estructura. Sin embargo, lo que en apariencia parecía una renuncia al contenido, en realidad era una revolución perceptiva.
En lugar de narrar, el arte minimal invitaba a sentir el espacio, a experimentar el objeto en su contexto, a activar el cuerpo del espectador. Obras como las fluorescentes de Dan Flavin, los paneles monocromos de Robert Ryman o las delicadas cuadrículas de Agnes Martin trasladaban el interés del artista hacia la experiencia directa del público. El arte se convirtió en un acontecimiento físico y mental: un diálogo entre materia, luz y percepción.
Pero la curaduría de Minimal va más allá de este relato canónico. Al reunir artistas de distintos continentes, Jessica Morgan propone una revisión del movimiento que trasciende su origen anglosajón y su lectura predominantemente masculina. La exposición desmonta el mito de que el minimalismo fue una corriente “blanca, masculina y estadounidense”, para revelar una cartografía alternativa: la precisión geométrica y espiritual de François Morellet en Francia, la energía táctil de Gunther Uecker en Alemania, la vibración poética de Lygia Pape en Brasil, o la meditación ontológica de los japoneses Lee Ufan, Nobuo Sekine y Kishio Suga, integrantes del grupo Mono-ha, que exploraban la coexistencia entre materiales naturales y artificiales. También se incorpora la mirada del artista pakistaní Rasheed Araeen, cuya obra política y formal vincula el minimalismo con una crítica al colonialismo visual.
En la Bourse de Commerce, la exposición adquiere una dimensión particular. El edificio una antigua bolsa de cereales del siglo XIX fue transformado por Tadao Ando en un templo contemporáneo del arte: un cilindro de concreto puro que se erige bajo la cúpula original, símbolo del diálogo entre historia y modernidad.
Esa arquitectura, contenida y monumental a la vez, se convierte en el escenario ideal para el discurso de Minimal. En su interior, las obras parecen respirar, expandirse y contraerse con el movimiento del visitante. La luz natural que se filtra desde la cúpula dialoga con las instalaciones lumínicas de Flavin o con las superficies blancas de Ryman; las texturas del concreto y el metal prolongan la conversación entre materia y percepción. El espectador, al recorrer los espacios, no solo observa: su cuerpo se convierte en el punto de articulación entre obra y entorno.
El minimalismo, entendido desde esta perspectiva, no es un estilo sino un estado de conciencia. Su fuerza reside en la capacidad de revelar lo invisible, de permitir que la luz, el silencio y la forma pura actúen como vehículos de experiencia estética. En tiempos dominados por el exceso visual, esta propuesta de austeridad radical se siente casi subversiva.
Minimal no solo revisa una estética; plantea una ética. La reducción formal se convierte aquí en un gesto filosófico: despojar el arte de artificios para devolverle su potencial perceptivo y espiritual. La selección curatorial, impecable en su ritmo y coherencia, abre la posibilidad de pensar el minimalismo como un lenguaje universal, donde cada cultura traduce la idea de lo esencial desde su propio horizonte.
La exposición Minimal en la Bourse de Commerce – Pinault Collection es, sin duda, un acontecimiento curatorial de relevancia internacional. Su propuesta trasciende el estudio histórico para convertirse en una meditación contemporánea sobre la percepción, el cuerpo y la materia.
En una era saturada de estímulos digitales y narrativas veloces, el minimalismo desde su quietud y su pureza emerge como una forma de resistencia: una manera de volver a lo esencial, de reconciliarse con la lentitud y con la presencia.
Minimal recuerda al espectador que la experiencia del arte no siempre reside en lo que se muestra, sino en lo que se siente. Que una superficie blanca puede contener un universo. Y que, a veces, el silencio tiene más poder que cualquier palabra.






