GELES CABRERA
PARTITURAS CORPORALES: LA GENEALOGÍA SILENCIOSA DE LA ESCULTURA MODERNA MEXICANA
PLÁSTICA
Revista de Arte
11/21/20254 min read


En un panorama artístico que durante décadas privilegió miradas masculinas, la obra de Geles Cabrera (Ciudad de México, 1926) emerge como una constelación silenciosa, constante y luminosa dentro de la historia del arte moderno en México. La exposición Geles Cabrera. Partituras corporales, presentada por el Museo del Palacio de Bellas Artes, no solo revisa más de setenta años de producción escultórica, sino que propone reubicar a Cabrera en el lugar que le corresponde: como una pionera absoluta de la escultura contemporánea, una artista cuya práctica desbordó paradigmas formales, metodológicos y conceptuales antes de que estos fueran reconocidos plenamente en nuestro país.
La muestra curada por Joshua Sánchez, curador en jefe del MPBA se despliega en las salas Siqueiros, Camarena, Orozco y Tamayo, y reúne cerca de cien piezas provenientes de colecciones públicas y privadas. En su conjunto, la exposición articula un relato que va más allá del canon habitual: presenta la evolución de una creadora que entendió la escultura como un organismo vivo, donde la materia, el espacio, el cuerpo y la coreografía dialogan en múltiples niveles.
La trayectoria de Cabrera no puede desligarse de su formación en contextos que ampliaron su mirada desde muy temprana edad. Su paso por la Academia de San Carlos, la Academia de San Alejandro en La Habana y la Escuela Nacional de Pintura, Escultura y Grabado “La Esmeralda” le permitió confrontar tradiciones diversas: del academicismo europeo a las estéticas afrocubanas, pasando por las líneas simbólicas de las culturas mesoamericanas.
Esta multiplicidad de influencias se refleja en su alejamiento radical de los modelos nacionalistas y heroicos dominantes entre los años cuarenta y sesenta. Frente al impulso monumentalista, Cabrera eligió un camino íntimo: la figura humana como vibración. Sus cuerpos no son cuerpos hegemónicos; son cuerpos sensibles, abstractos, desplazados, que encarnan emociones más que anatomías.
En esta etapa temprana comienza a aparecer lo que hoy reconocemos como una de sus contribuciones más decisivas: la comprensión de la escultura como gesto.
El primer eje de la exposición, Partituras corporales, ofrece un recorrido panorámico por este universo corporal. En lugar de presentar el cuerpo como entidad fija, Cabrera lo concibe como un sistema en movimiento constante. Sus figuras parecen respirar, cargar tensiones, extender una energía interna que las trasciende.
Piezas emblemáticas como Perfil del viento (1965) condensan esta búsqueda: líneas fluidas que evocan el desplazamiento del aire, cuerpos sugeridos que se desplazan entre lo figurativo y lo abstracto. Esta obra, reconocida con mención honorífica en la Tercera Bienal Nacional de Escultura, marca el tránsito definitivo hacia un lenguaje propio.
En este apartado también se presenta Retrato metafísico de Geles Cabrera (1977), realizado por Mathias Goeritz, una obra que reconoce explícitamente su influencia en el círculo intelectual y artístico de la época.
Pocas escultoras del siglo XX concibieron la relación entre cuerpo y espacio con la claridad y la radicalidad de Geles Cabrera. El segundo eje, Coreografía escultórica, explora la dimensión performativa de su práctica. Aquí, la escultura no es solo forma: es relación, desplazamiento, punto de encuentro.
Esta sala evidencia cómo Cabrera incorporó nociones provenientes del movimiento corporal y la danza, adelantándose a investigaciones contemporáneas que hoy se asocian al arte relacional, la somática o las prácticas performativas. Sus piezas funcionan como partituras que invitan al público a imaginar caminos, gestos, posiciones, ritmos.
No se trata de obras estáticas, sino de estructuras vivas que exigen activación desde la mirada y desde el cuerpo del espectador.
Una de las contribuciones más notables y menos conocidas de Cabrera es la fundación del Museo Escultórico en 1966, un proyecto visionario en el que la artista habilitó su casa de Coyoacán como espacio expositivo, de archivo y de encuentro. Antes de que términos como “autogestión”, “espacio independiente” o “archivo de artista” se incorporaran al vocabulario cultural contemporáneo, Cabrera ya los habitaba y los encarnaba.
El tercer eje de la exposición revisa este proyecto fundador y lo reactiva simbólicamente al ponerlo en diálogo con escultoras contemporáneas como Madeline Jiménez Santil, Manuela García y Paula Cortázar, cuyas obras conversan con las preocupaciones formales, conceptuales y afectivas que definieron la práctica de Cabrera.
Este diálogo intergeneracional revela la vigencia de su pensamiento y su impacto en las genealogías actuales de la escultura.
Además de esculturas, la exposición reúne una sección documental que permite comprender la presencia de Cabrera en colaboraciones clave, como su participación en el grupo GUCADIGOSE (1975–1976), junto a figuras como Ángela Gurría, Juan Luis Díaz, Goeritz y Sebastián. Este colectivo desarrolló propuestas innovadoras para el espacio público, donde la escultura se repensaba como intervención ambiental.
Otro momento significativo es la presentación de una escultura en piedra recientemente restaurada por la ENCRyM, exhibida por primera vez tras su intervención. Esta obra recuperada amplía la lectura histórica de Cabrera, subrayando la importancia del cuidado, la preservación y la actualización del patrimonio escultórico.
La muestra se acompaña de un catálogo exhaustivo, con ensayos de Paola Santos Coy, Pedro Reyes, Janila Castañeda, Rodrigo Torres y colaboradores internacionales como Aimé Iglesias Lukin o Agustina Ferreyra. Lejos de ser un documento secundario, este catálogo propone nuevas rutas críticas para estudiar la obra de Cabrera desde perspectivas feministas, históricas, metodológicas y sensoriales.
A ello se suma un robusto programa público, que incluye: trasladar y traducir, un foro sobre escultura contemporánea, organizado por Bloque.
Una puesta en escena de danza inspirada en la obra de Cabrera, comisionada a un coreógrafo contemporáneo y presentada durante la Semana del Arte 2026.
Conversatorios con especialistas que abordarán su rol como escultora, gestora cultural y profesora.
Este programa no solo amplía la exposición, sino que inserta a Cabrera en un marco interdisciplinario donde convergen la escultura, la arquitectura, el cuerpo y la palabra.
Geles Cabrera. Partituras corporales se presenta como una oportunidad histórica para reescribir y ampliar la narrativa de la escultura mexicana. Lejos de ser una revisión retrospectiva tradicional, la muestra propone una lectura viva: reconoce a Cabrera como una creadora que supo esculpir movimientos, emociones y memorias en materiales diversos; una artista cuya obra, profundamente sensible y radical, continúa activándose en el presente.
En el Palacio de Bellas Artes, sus esculturas no se contemplan únicamente: se escuchan, se recorren, se sienten. Son partituras que, más que fijarse en la piedra, permanecen vibrando en el cuerpo de quienes las encuentran.






