FESTIVAL INTERNACIONAL DE CINE DE MORELIA 2025

UNA CELEBRACIÓN DE LA DIVERSIDAD, LA MIRADA Y LA MEMORIA DEL CINE MEXICANO

CINE

Revista de Arte

10/15/20254 min read

Del 10 al 19 de octubre de 2025, la ciudad de Morelia, con su arquitectura colonial, su historia mestiza y su vocación cultural, se convertirá nuevamente en epicentro del séptimo arte. En su 23ª edición, el Festival Internacional de Cine de Morelia (FICM) reafirma su posición como uno de los encuentros cinematográficos más importantes de América Latina, y sin duda, el más emblemático del panorama nacional.

Fundado como una Asociación Civil sin fines de lucro, el FICM no es un festival comercial ni una alfombra roja vacía: es una plataforma viva para el cine mexicano, un espacio donde las voces emergentes dialogan con los grandes maestros, donde se descubren nuevas sensibilidades estéticas y donde el público se reencuentra con la emoción genuina del cine. Su misión es clara: apoyar a los cineastas nacionales, cultivar nuevos públicos y difundir la cultura cinematográfica de México desde un enfoque inclusivo, diverso y profundamente humano.

Este año, el festival presenta 101 películas en competencia, una cifra que, más allá de su cantidad, simboliza la amplitud del talento y la complejidad de las miradas que conforman el nuevo cine mexicano.

La programación se distribuye en varias secciones que funcionan como una radiografía del país y su pluralidad de narrativas:

Sección Michoacana: 15 trabajos (13 cortometrajes y 2 largometrajes) que dan voz a una región cuya identidad cultural ha sido motor del FICM desde su origen.

Sección de Cortometraje Mexicano: 61 títulos que incluyen 16 animaciones, 14 documentales y 31 ficciones, testimonio del vigor y la creatividad que florece en los formatos breves.

Sección de Documental Mexicano: 14 piezas que apuestan por la verdad, la memoria y la reflexión crítica como herramientas narrativas.

Sección de Largometraje Mexicano: 11 títulos que consolidan el poder expresivo de una generación que se atreve a cuestionar, experimentar y conmover.

De este total, 33 producciones recibieron apoyos públicos provenientes de distintos programas federales y estatales FOCINE (20), EFICINE Producción (10), ECAMC (5) y FOPROCINE (1), además de dos filmes producidos por el Centro de Capacitación Cinematográfica (CCC). Estos datos revelan no solo la importancia del respaldo institucional, sino también la resiliencia de un cine que sobrevive y crea pese a las crisis económicas, tecnológicas y sociales.

El símbolo máximo del festival, El Ojo, es mucho más que un trofeo. Creado por el artista Javier Marín, esta escultura representa la observación, la introspección y la curiosidad que el cine despierta. Su forma evoca tanto la cámara como el ojo humano, esa frontera entre el interior y el mundo, entre la percepción y la imaginación.

Ganar El Ojo es recibir una distinción que combina arte y ética: un reconocimiento a la mirada capaz de transformar lo cotidiano en lenguaje cinematográfico. En este sentido, la intersección entre las artes visuales y el cine se hace tangible: Marín traduce la energía del festival en materia escultórica, y el FICM reafirma su compromiso con el arte mexicano en todas sus expresiones.

Uno de los aspectos más notables de esta edición es la presencia femenina y la diversidad cultural en la programación.

De las películas seleccionadas, 29% fueron dirigidas por mujeres y, en la Selección Oficial, 46% de los trabajos llevan la firma de una directora. Esta cifra no solo refleja un cambio estadístico, sino un cambio de paradigma: el cine mexicano contemporáneo se está escribiendo desde perspectivas múltiples, sensibles y poderosamente críticas.

A ello se suman 11 obras realizadas por cineastas de pueblos originarios, quienes, desde sus lenguas y tradiciones, están renovando la estética y la ética del cine nacional. Estas producciones no buscan representar lo indígena desde la distancia, sino filmar desde adentro, generando una imagen que respira autenticidad, memoria y resistencia cultural.

Desde su fundación, el FICM ha sabido integrar el patrimonio histórico y arquitectónico de Morelia en su propuesta cultural. Las funciones en el Teatro Ocampo, el Teatro Matamoros, el Cinépolis Centro y los patios virreinales transforman la ciudad en un gran set cinematográfico.

La experiencia va más allá de la proyección: el festival convoca a directores, críticos, artistas, estudiantes y espectadores a una convivencia genuina en calles, cafés, galerías y foros. El cine se convierte así en un lenguaje común que une generaciones y geografías, y que vincula la creación con la vida cotidiana.

El #FICM2025 no solo exhibe películas: construye comunidad. A través de sus encuentros, retrospectivas, mesas de diálogo y homenajes, el festival se ha convertido en una escuela itinerante de pensamiento cinematográfico.

Cada edición es un puente entre generaciones: los jóvenes cineastas dialogan con los consagrados, los espectadores con los críticos, los artistas visuales con los narradores audiovisuales. En este sentido, el FICM es también un laboratorio de ideas y un territorio donde el cine se piensa como arte, pero también como instrumento de cambio social.

La función inaugural del 23º FICM se celebrará el 10 de octubre, tras una serie de funciones preinaugurales el día 9, que anticiparán el ambiente festivo y reflexivo del certamen. Diez días de proyecciones, encuentros, homenajes y descubrimientos que seguirán consolidando a Morelia como el corazón fílmico de México.

En tiempos donde el consumo audiovisual parece diluir la experiencia colectiva del cine, el Festival Internacional de Cine de Morelia resiste con una filosofía que privilegia la calidad sobre la velocidad, el encuentro sobre la competencia y la mirada sobre el algoritmo.

Su existencia nos recuerda que el cine sigue siendo un acto profundamente humano: una forma de ver, sentir y narrar el mundo. Y que, como la escultura de Javier Marín, el ojo del cine nunca deja de observar… ni de imaginar.