EL CHILE EN NOGADA

HISTORIA, TRADICIÓN Y SABOR PATRIO

GASTRONOMIA

Revista de Arte

7/30/20254 min read

El chile en nogada es, sin lugar a dudas, uno de los platillos más emblemáticos y sofisticados de la gastronomía mexicana. Originario del estado de Puebla, este manjar es mucho más que una receta: representa una fusión de historia, tradición, ingredientes regionales y simbolismo patrio. Su presencia en la mesa durante los meses de julio a septiembre coincide con las celebraciones de la independencia de México, reforzando su carácter festivo y nacionalista.

La historia más popular acerca del origen del chile en nogada remonta su creación al año 1821, cuando las monjas agustinas del convento de Santa Mónica en Puebla prepararon este platillo para agasajar a Agustín de Iturbide tras la firma del Acta de Independencia de México. Aprovechando ingredientes de temporada, las monjas crearon un platillo que no solo fuera delicioso y complejo, sino también simbólico: los colores de la bandera del Ejército Trigarante —verde, blanco y rojo— estarían representados en el platillo a través del chile poblano, la salsa de nuez (nogada) y los granos de granada respectivamente.

Si bien algunos historiadores han cuestionado la veracidad de este relato, considerando que pudo haber sido una creación más antigua y que se adaptó posteriormente al imaginario patriótico, lo cierto es que el chile en nogada ha quedado firmemente asociado con la celebración de la independencia y el orgullo nacional.

El chile en nogada es un platillo que destaca por la riqueza de su preparación. La base es el chile poblano, grande, carnoso y ligeramente picante, que se asa, pela y se desvena. Luego, se rellena con picadillo, una mezcla compleja y fragante de carne molida (generalmente de res y cerdo), frutas frescas y secas (como manzana panochera, pera de leche, durazno criollo, plátano macho, pasas, almendras), especias (canela, clavo, pimienta) y a veces un toque de jerez o acitrón.

Una vez rellenos, los chiles se bañan con la nogada, una salsa blanca y cremosa hecha con nuez de Castilla fresca, leche, queso fresco, canela y un poco de jerez o brandy, lo cual le da un sabor dulce y ligeramente alcohólico. La salsa debe ser espesa, pero suave al paladar, y su equilibrio es uno de los secretos mejor guardados por los cocineros que se especializan en este platillo.

Finalmente, se decora con granos de granada roja y perejil picado, que completan la simbología tricolor y aportan un contraste de sabores y texturas únicos.

El chile en nogada es, por naturaleza, un platillo de temporada, ya que depende de la disponibilidad de sus ingredientes frescos, en particular la nuez de Castilla y la granada, que alcanzan su punto óptimo de maduración durante los meses de julio a septiembre. Esta temporalidad ha hecho del chile en nogada una esperada tradición anual, tanto en restaurantes de alta cocina como en hogares mexicanos que resguardan recetas familiares transmitidas por generaciones.

Su carácter estacional también lo convierte en un símbolo de identidad culinaria. En muchos hogares poblanos, la preparación del chile en nogada es un acontecimiento familiar que involucra a todos en la cocina: pelar las nueces, desgranar granadas, picar las frutas y cuidar la cocción del picadillo. Este proceso no solo permite conservar el legado culinario, sino también fortalecer los lazos familiares y comunitarios.

Como sucede con muchos platos tradicionales, el chile en nogada ha dado pie a una variedad de versiones y a intensos debates. Algunas recetas lo presentan capeado (bañado en huevo y frito), mientras que otras lo sirven sin capear, defendiendo que la nogada debe resaltar sin la interferencia del huevo frito. Algunos puristas insisten en que no debe calentarse, pues la nogada pierde su textura y sabor si se calienta en exceso, mientras otros lo sirven tibio o caliente, buscando un contraste entre el relleno y la salsa.

Además, cada familia o chef tiene su propia interpretación del picadillo: hay quienes le agregan frutos secos adicionales, toques cítricos o más especias. Este fenómeno, lejos de restarle valor, demuestra la vitalidad de la cocina tradicional mexicana, que se adapta sin perder su esencia.

Más allá de su sabor incomparable, el chile en nogada representa una síntesis de historia, identidad y diversidad. Su origen mestizo —producto del encuentro entre ingredientes autóctonos como el chile y frutas criollas, con técnicas e ingredientes traídos de Europa como la carne molida o el uso del jerez—, lo convierte en un símbolo de la complejidad cultural de México.

Además, su estética y significado refuerzan su posición como platillo patriótico por excelencia. En cada bocado se condensan siglos de historia, tradición conventual, creatividad culinaria y, sobre todo, un profundo amor por lo que significa ser mexicano.

El chile en nogada no es simplemente un platillo: es una celebración. Cada año, su llegada a las mesas mexicanas marca el inicio de una temporada cargada de historia, sabores, colores y emociones. Es una muestra viva del mestizaje cultural que define la cocina mexicana, y su permanencia en la tradición nacional demuestra que, cuando la gastronomía se une con la identidad, se convierte en legado. Por todo esto, el chile en nogada seguirá ocupando un lugar especial en el corazón —y el paladar— de México.