CÉLESTE BOURSIER-MOUGENOT
CLINAMEN EN LA ROTONDA DE LA BOLSA DE COMERCIO UNA INSTALACIÓN MULTISENSORIAL QUE FLOTA ENTRE EL ARTE, LA MÚSICA Y LA FÍSICA
PLÁSTICA
Revista de Arte
7/17/20253 min read


En el corazón de París, dentro de la imponente Rotonda de la Bolsa de Comercio – Pinault Collection, la artista y compositor Céleste Boursier-Mougenot ha instalado una obra de dimensiones inéditas: Clinamen. Esta instalación inmersiva y multisensorial se despliega con una escala majestuosa en un espacio donde la arquitectura clásica y la experimentación contemporánea entran en diálogo profundo. Aquí, la experiencia artística no se contempla únicamente con los ojos; se escucha, se habita y, sobre todo, se siente.
El nombre Clinamen proviene de la física epicúrea: una noción introducida por Lucrecio en su poema De rerum natura, donde describe la desviación espontánea e imprevisible de los átomos al caer en línea recta por el vacío. Esta inflexión mínima —el clinamen— es, según esta teoría, el origen de toda creación, de la colisión, del encuentro y del devenir.
Boursier-Mougenot retoma esta idea no solo como concepto filosófico, sino como principio compositivo: en su instalación, pequeñas esferas de porcelana flotan y colisionan en un estanque circular, generando una música aleatoria, frágil y cambiante, producto de sus encuentros impredecibles.
En su versión para la Rotonda de la Bolsa de Comercio, Clinamen se amplía en escala y potencia. Un gran estanque circular ocupa el centro del espacio bajo la cúpula, y en él flotan decenas de esferas blancas que se mueven suavemente, impulsadas por corrientes invisibles generadas por mecanismos sumergidos. Cada colisión entre las esferas produce un sonido claro, similar a campanillas de porcelana, generando una composición musical en tiempo real, siempre distinta, siempre efímera.
Este paisaje sonoro no es guiado por partitura alguna. No hay una melodía determinada. Lo que emerge es el resultado del azar, de las corrientes, del movimiento propio del espacio y, simbólicamente, de la misma energía vital del universo. De esta manera, Clinamen se convierte en un organismo vivo, en perpetuo devenir.
La elección de la Rotonda no es fortuita. El edificio, renovado por el arquitecto Tadao Ando para albergar parte de la colección Pinault, conserva su estructura circular original, un espacio con una acústica natural que realza la cualidad sonora de la instalación. La luz natural que se filtra por la cúpula cambia a lo largo del día, transformando la percepción del estanque y sus esferas. La relación entre el arte y el espacio arquitectónico aquí no es decorativa: es fundamental, simbiótica.
La escala inédita de esta versión convierte a Clinamen en una experiencia casi cósmica, donde el visitante se convierte en observador de un sistema que parece regido por leyes propias, evocando tanto el microcosmos (las partículas en movimiento) como el macrocosmos (la danza de los cuerpos celestes).
Céleste Boursier-Mougenot ha sido desde hace años una figura destacada en la escena del arte sonoro contemporáneo. Con formación musical, su obra se despliega en la intersección entre sonido, escultura, instalación y performance. Clinamen es tal vez su pieza más emblemática, que ha tenido múltiples versiones en lugares como el Palais de Tokyo en París o el Barbican Centre en Londres. Sin embargo, esta presentación en la Bolsa de Comercio constituye su realización más ambiciosa hasta la fecha.
La experiencia del visitante es, en sí misma, una forma de performance silenciosa. Se camina alrededor del estanque, se escucha, se observa. No hay instrucciones, ni principio ni final. El tiempo parece ralentizarse. La atención se vuelve más fina, más sensorial. En un mundo hiperestimulado, Clinamen ofrece un espacio de suspensión, de contemplación radical, donde el sonido y el azar se convierten en lenguaje poético.
En tiempos marcados por la incertidumbre, la aleatoriedad y los desequilibrios sistémicos, Clinamen se presenta como una poderosa metáfora. Las esferas blancas que se desvían de su trayecto y se encuentran son reflejo de nuestros propios movimientos, encuentros e imprevistos. Lo que en principio parece caótico, revela su propia armonía oculta. El arte, como este conjunto flotante de pequeños impactos sonoros, ofrece entonces otra forma de comprensión del mundo: no mediante el control, sino desde la apertura a lo inesperado.
Con Clinamen, Céleste Boursier-Mougenot transforma la Rotonda de la Bolsa de Comercio en un paisaje sonoro contemplativo, poético y profundamente filosófico. Su obra invita a repensar la experiencia estética no como una forma de dominación visual, sino como un campo sensible donde convergen azar, armonía y tiempo. En el corazón de París, bajo una cúpula centenaria, las pequeñas esferas blancas nos susurran una partitura secreta: la de las fuerzas invisibles que rigen tanto el universo como la emoción humana.



